UN TREN PARA MARTIN
Todo empezó con unos trozos de madera encontrados por mi
nieto Martin sobre el banco de carpintero, sobrantes de una esfera de reloj que
estaba haciendo Jóse mi yerno, con
retales de tarima de piso.
Y los coloco de forma que pareciera una
corredera para imaginar un tren por una
vía, me recordó el tren mono carril japonés deslizándose sobre una vía elevada
de cemento armado, le hice un dibujo preguntándole si le gustaba, a
lo que contesto que sí, pero quería que le hiciera uno que se moviera con
ruedas
Entonces entré en el sabelotodo de internet, y en imágenes
de trenes de juguete encontré uno que me gusto
trate de plagiarlo aunque con modificaciones propias, recordando las
clases de Literatura del Instituto Santa Irene allá por los año 48 del siglo
pasado en el que el Catedrático decía que el plagio era permitido siempre que
le siguiera el asesinato, esto es que fuera con analogía pero de mayor calidad,
no creo que haya conseguido la mayor calidad pero si la diferencia.
Este es el tren que traté de plagiar de www.imagui.com. !A que es bonito!
Empecé por la máquina haciendo el cuerpo central, las
ventanas del conductor,y el tejado, pero no me convencieron la chimenea ni las rueda,
porque lo hacían muy monótono, no quitándole mérito al artista que lo diseño.
Primeramente intente de hacer las ruedas de un trozo de rama
de limonero, pero debido a la torcedura al tornearlas me resultara demasiado
pequeñas así que las deseche.
Para las ruedas encontré en el almacén-trastero un balaustre
antiguo, de cuando hacia las escaleras de madera, claro está, antes de mi
jubilación.
Y con él tenia parte de mi trabajo hecho, lo corte en trozos
para poder tornearlos, e hice catorce ruedas para acabar mi trabajo, fueron bastante laboriosas, no solo para
cortarlas sino también al taladrarlas para el eje, pues se me iba la barrena al
son de los anillos, después de lijarlas las barnice antes de colocarlas.
También torneé la chimenea y barnicé, para después espigarla en el cuerpo del
tren.
Para el vagón prepare las piezas, les hice las ventanas y
encole todas ellas con cuidado que no se rompieran debido a lo débil que
quedaran, a continuación lije, para más tarde barnizar.
Faltaba colocar las ruedas, pensaba hacerles el eje de
madera pero pensando en lo delgado que tenían que ser y ante un pequeño golpe
se rompieran, opte por ir a lo metálico y buscando en los cajones encontré como
ideal unos remaches de la medida necesaria de 5 mm. x 25 mm., a los que quite
el vástago y echándole un punto de cola blanca los
introduje en el agujero que había hecho en el tren, claro está después de
alojar las ruedas en el eje y dejarles la holgura necesaria
para que rodaran bien. Uní los dos elementos con cáncamos pequeños para que se
pudieran articular.
Faltaba el otro vagón, este iba a ser portador de los
“arboles“ cortados en el monte, para eso era necesario empotrar en la base unas
barras que podían ser de madera, ya que él era de ese material, pero por la
misma razón que como los ejes de las ruedas
que pudieran romperse aproveche los vástagos de los remaches y los clave
el en cuerpo del vagón, para los “arboles” use
unos trozos de ramas de un árbol podadas
anteriormente que corte a la misma medida y los coloque entre los vástagos
simulando un cargamento de troncos de madera, los sujete con unas gomas a unas cabezas de los vastagos clavados entre las dos ruedas .
Las vías las construí con unas piezas de madera que corte en
trozos iguales y los ensambles con unos espigos, siendo asi mas faciles de guardar, para luego abrir unos surcos por los que se deslizan las
ruedas.
Y así quedo rematado.
Y como iba el susodicho Martin a pasar las vacaciones a
Oporto, le dedique su paso por el puente.
Con esta historia recordé un cuento que leí y que recompuse
a mi manera.
Había en un pueblo un carpintero que se dedicaba a sus horas
de ocio, para complementar su pecunia, a hacer juguetes de madera que vendía a
los vecinos por las fiestas de los Reyes Magos, (Hoy
podían ser también Reinas Magas). Estos los exponía en un escaparate pequeño en
el frente de su negocio.
Un buen día un niño, hijo de los pudientes del pueblo, tal
vez hijo del farmacéutico, maestro o alcalde, que eran los que dominaban ese
pueblo además del cura, se paró delante del escaparate contemplando los
juguetes, entre los que había un tren de madera, y estuvo mucho tiempo extasiado con el juguete, salió el
carpintero a un recado y al volver
seguía allí el niño, le dijo si le gustaba
a lo que le contesto si le dejaba
jugar un rato con él.
El carpintero lo dejo entrar en la carpintería y en el suelo
lleno de serrín paso tanto tiempo que cuando se dio cuenta era la hora de ir a
comer, y se había olvidado de ir al colegio,
le fue a buscar la muchacha (hoy
empleada del hogar) y no estaba, por lo que se armó un gran revuelo, pero al
llegar a la casa ya estaba el pequeño.
Su padre le regaño y quiso saber dónde había estado tanto
tiempo, y fue con él a la carpintería.
Allí encontró al carpintero que le enseño los juguetes que hacía,
quedo impresionado con la maravillas que tenía que le compro todas las
existencias, esto hizo correr la voz por
el pueblo y los pedidos fueron aumentando de tal forma que su única dedicación
fueron los juguetes, primero contrató a un empleado, de seguido a dos más, como
el negocio fue aumentando compro maquinaria bajo el mecenazgo del padre del
niño, y se estableció una gran industria en el pueblo dando trabajo a gran
parte de sus habitantes que paso de ser de la agricultura a la industria, y
como los niños iban en aumento la demanda era cada vez mayor.
Espero que no entren los políticos en el negocio y le
pase como a los habitantes de Villacañas,
pueblo de Toledo dedicado a la fabricación de puertas de madera, que con la
burbuja del ladrillo y la desmesurada especulación hundieron la industria boyante
que daba trabajo a gran parte del pueblo. Recuerdo que en mi época de trabajo
para servir las Puertas Cuesta, había que hacer el pedido con debido tiempo por
su tardanza.
Deseando que hayais tenido unas Vacaciones de Semana Santa felices os mando un saludo.
En Vigo a cinco de Abril de 2016
1 comentario:
Solo te queda escribir un libro, seguro que se te da bien.
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